domingo, 10 de febrero de 2013

COMER COSAS RARAS. A comer roedores II. GLIRARIA

Esta es la continuación a nuestra anterior entrada que prometimos acabar: "A comer roedores I“, a la cual dimos comienzo con motivo de la visita a la exposición: "Pompeya, catástrofe bajo el Vesubio" que se puede disfrutar aún en el  Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid, desde el pasado el 6 de diciembre.

Glirarium presentado en la exposición

Para nosotros la exposición supuso un feliz encuentro con todas aquellas piezas provenientes de la provincia de Cuenca, la mayor parte de las cuales se custodian en su magnífico museo provincial y que constituían un importante fondo expositivo. Por lo demás, diversos documentos nos hablaban de la importante intervención española en los inicios de las excavaciones de estos magníficos yacimientos. 

No solo se presentan objetos arqueológicos de Pompeya, por lo que a la península itálica se refiere, sino también de las otras ciudades azotadas por la destrucción del volcán: Herculano, Boscorreale, Nola y Estabia.  

Realmente fue un lujo volver a encontrarnos con aquellos objetos que viven y se presentan, a modo de gran bacanal expositiva, en el Museo Nacional de Nápoles. Entre todas las piezas destacan, por poco conocidas, las del poblado prehistórico de Nola, ciudad que da nombre al autor del famoso tratado culinario, a partir del cual conocemos la cocina catalana bajomedieval y moderna, desde donde pasó a la española y a la del resto de Italia. 

Pero, ya en la exposición, nos sorprendió mucho la rotulación de una de las piezas: "glirarium: jaula para hurones", ¡craso error!. Ello fue el motivo que nos impulsó a crear esta entrada. 



Aclarémonos: un glirarium (gliraria en plural) es una jaula para criar lironesesos roedores tan simpáticos a nuestros ojos, y tan apreciados culinariamente por los romanos, pero ¡¡no para hurones!! 

Pero... ¿cómo sabemos todo esto?
Glirarium con tapadera
Primeramente, por los hallazgos arqueológicos, como el expuesto en la vitrina, arriba fotografiado. El recipiente parece que solía ser de barro cocido, presentaba una tapa relativamente pesada, impidiendo así la fuga dle animal, y por toda la superfície del galbo del vaso, perforaciones que permitían la entrada del oxígeno para así poder respirar los animalillos. A lo largo del interior de la pieza discurrían una especie de pasillos que se desarrollaban de manera espiral, por los que circulaba el lirón hacia los espacios que, a modo de comederos, estaban dispuestos para que el criador dejara allí la comida a los bichejos.

Interior con los pasadizos
Los lirones eran encerrados en su interior en una completa oscuridad, lo que alteraba su reloj biológico, hasta hacerles creer que la etapa de hibernación había llegado. Con ello, comían día y noche para, de esta manera, acumular reservas.

Los lirones eran muy consumidos. Su forma de cocinado era asados "al anzuelo", a la plancha, horneados y servidos con salsa, tal y como nos indican diversas fuentes.

Veamos alguna de estas fuentes escritas:

La literatura o incluso el famoso recetario de Apicio nos hablan de su consumo. Veamos algunos ejemplos: 

En El Satiricón de Petronio, Capítulo 31, leemos:
"Trajeron por fin el primer plato, expendidísimo...En una fuente había un borriquito de bronce de Corinto cargado con unas alforjas que contenían aceitunas blancas y negras, respectivamente. En el lomo llevaba dos platos de plata, en cuyos bordes estaban grabados el nombre de Trimalción y el peso del metal. Arcos en forma de puentes sostenían lirones condimentados con miel y adormideras...” (Aquí nos dan la pista para una de sus salsas condimentarias, a base de miel y semillas de amapola)

Nuestro compatriota maño, Marcial, en sus Epigramas, LVIII, "Una villa bien explotada" , también habla de ellos: 

"El huerto da gustosamente trabajo a los alegres esclavos criados en la ciudad y,  sin  que  su  sobrestante  les  dé  la  orden,  los  jóvenes  de  largos  cabellos  gozan obedeciendo al cortijero como por diversión y el afeminado eunuco disfruta con su trabajo. Y el rústico no viene de vacío a dar los buenos días: trae uno miel blanca con sus propios panales y un queso cónico de los bosques de Sásina, éste otro presenta unos lirones adormecidos,  éste  una  balante  cría  de la madre  peluda.." 

También Marcial dice del animalillo: 

"somniculosos glires" (soñolientos lirones), en el verso 36 de sus Epigramas, y en los Xenia, s, XIII, 59:  "Duermo durante todo el invierno y estoy más gordo en aquel tiempo en el cual nada sino el sueño me nutre"

De igual modo, Elio Lampridio, dice que Heliogábalo los hacía participar en una especie de “lotería” de la época, como regalo a sus invitados. Así, en la Vida de Antonino Heliogábalo, 21-22, explica los componentes de algunos de estos sorteos, cuyo contenido parece que el extravagante emperador escribía en conchas: 

Clibanus, horno muchas 
veces de recocido 
"Diez camellos o diez moscas, diez anillos de oro o diez de hierro, diez lechugas o diez lirones, diez libras de oro o diez de plomo, esclavos escanciadores o esclavos trinchadores, copas de cristal murrinae o Alexandrinae, ...".


Y por fin, el libro de Apicio, de Re Coquinaria, nos da una receta: "Abrir y destripar cuatro lirones y rellenarlos con una masa de picadillo de cerdo y lirones (enteros), pimienta, nueces, caldo y láser. Coser y asar sobre un ladrillo o en un pequeño horno de barro (clibanus).

Hasta aquí los lirones romanos y sus jaulas. Para terminar, nos despediremos haciendo referencia a un famoso lirón, compañero de aventuras de una niña que vivió en la ficción de la época Victoriana, se llamaba Alicia y era el personaje protagonista de la novela de Lewis Carroll: Alicia en el país de las maravillas (Capítulo VII, "Locuras a la hora del té"):  

Lirón de la película "Alicia en el país de 
las maravillas", de Walt Disney
“Frente a la casa había una mesa instalada debajo de un árbol. Allí tomaban té la liebre de marzo y el sombrerero. Junto a ellos estaba sentado un lirón que dormía profundamente. Los otros dos comensales se afirmaban en él como si fuera un almohadón. Conversaban encima de su cabeza:
"¡Qué incómodo para el pobre lirón —pensó Alicia—. Aunque parece que está tan dormido que no debe importarle."

Pues bien, para todos..., ¡felices sueños!..., como los del precioso lirón.

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